LA UNIVERSIDAD PÚBLICA EN EL PERU

Lourdes Chávez Mazeira
Grupo de Estudio: Ética Pública
Instituto Ética y Desarrollo
Diciembre del 2007

La primera frase que se me ocurre para escribir este ensayo es que, si la universidad pública no cambia, no se corrige, desaparecerá. Esta desaparición obviamente no será producto de la casualidad; sino de una serie de eventos y circunstancias que inexorablemente se han ido presentando.
Estamos ante una universidad que a pesar de albergar a “una elite del conocimiento”,no supo prepararse para el futuro.
En su ensayo Elementos para un debate sobre la universidad, el filósofo Juan Abugattás Abugattás habla de una serie de desfases de la universidad peruana : primero, la masificación de la educación superior que nos lleva al gran desfase universidad-sociedad, razón por la cual esta institución ha dejado de ser funcional para la sociedad actual. Lamentablemente la universidad tal como se encuentra no esta en condiciones de satisfacer las demandas de nuestra sociedad .
El mundo ha sufrido grandes cambios debido a la ciencia, a la tecnología, a las comunicaciones y a la globalización. Nuestra universidad por su parte no ha procesado esos cambios, sigue siendo, casi medieval . Por ejemplo anteriormente se tenía la certeza de que el conocimiento, se encontraba en la universidad y, era pues el docente universitario una especie de sabio y proveedor de información. Ahora, tenemos computadoras con internet que salvando la parte de formación, (si es que algunos docentes la dan) nos otorgan toda la información que deseamos y necesitamos, es decir la universidad ya no justifica su razón de ser con estos criterios del pasado, tiene que actualizarse.
La problemática se agudiza porque “lo que aquí se ha perdido es la “ecuación buena formación profesional= trabajo permanente asegurado” (1), los jóvenes saben muy bien que ser profesional no garantiza hallar un trabajo, y menos podemos garantizar ahora que la universidad pública produzca los mejores profesionales.
La universidad pública actual no posee índices por lo menos regulares de investigación ni creatividad tecnológica. Añadimos a ello lo que sabiamente señala Abugattas: “el visible desprecio a las humanidades como disciplinas de lujo e inútiles”. Se esta gestando universidades tecnócratas de las que egresan técnicos sin concepción del mundo, con el objetivo claro del éxito y la competencia a cualquier precio.
En conclusión tenemos una universidad que como dice Nicolás Linch está “...de espaldas al país por el ejercicio de una mal entendida autonomía, la universidad requiere urgentes cambios...” sin una propuesta razonable y coherente a la sociedad será fácil víctima de gobiernos como el actual.
Un viejo maestro universitario, decía casi como una letanía que la desgracia de la universidad publica se inicio desde que la política entró a los claustros universitarios. Y puede ser que tenga razón, en la medida en que es el arreglo político el que determina el ascenso de los docentes y no la capacidad y eficiencia. Los docentes son nombrados si muestran su preferencia por el grupo dueño del poder. Los arreglos y componendas han remplazado al diálogo constructivo que parta de la pregunta ¿qué universidad queremos forjar y qué perfil de estudiante proponemos?
Llevo casi 11 años de docente en la universidad y nunca un director de escuela o jefe de departamento nos ha convocado para ponernos de acuerdo en los aspectos anteriormente mencionados o sobre qué estamos investigando o finalmente qué respuesta podemos dar ante las demandas de la sociedad. Sin embargo, si se me ha convocado para formar listas, para consensos y hasta para consignas. Esta universidad por ello, como dice el filósofo sanmarquino Zenón Depáz ha producido personajes tan nefastos como Abimael Guzmán o Vladimiro Montesinos.
Actualmente, pienso que las universidades enfrentan uno de sus peores momentos. La huelga de los docentes universitarios, no es sino el reflejo de la crisis de la universidad y del país. El asunto de la homologación solo es el pretexto y la contundencia de que en nuestro país de dan las leyes y no se cumplen, probablemente se dan con mucha irresponsabilidad. Por eso es que se han creado universidades por doquie. Al 2006, son 84 universidades entre privadas y públicas las que han invadido el país.
Creo que ante esta breve “semblanza” de la universidad nosotros podríamos recordar como peruanos, en primer lugar que, el Perú es un proyecto, y la educación superior es una parte de ese gran proyecto. Nuestro país requiere, como nuestra universidad, articularse y modernizarse.
Los gobiernos, los docentes universitarios, los alumnos y la sociedad en su conjunto tenemos que prestar toda nuestra atención al problema universitario, porque la supervivencia de la universidad nos garantiza la posibilidad de una sociedad competente, científica, tecnológica y sobre todo humana. Que siempre vea al ser humano como un fin y jamás como un medio.
Finalmente, el ámbito universitario debe apostar por forjar a partir de su institucionalidad una conciencia democrática que vaya desde la elección de autoridades bajo la modalidad del voto universal hasta una madura democracia en ciudadanía.
El país y los gobernantes deben comprender que la educación y la universidad es su mejor inversión, pero por supuesto esto hay que demostrarlo, no basta con decirlo, profesores y estudiantes debemos de convencer al país de ello. La universidad debe ser una empresa familiar colectiva donde todos; alumnos, profesores, autoridades y gobierno pongamos nuestro mejor empeño por salvar la universidad de la crisis, casi mortal en la que se encuentra.
Termino con las palabras de Abugattas diciendo que “... sin duda alguna el riesgo más importante de la universidad deseable del futuro es que sea un centro de investigación y de creación eficiente. Una universidad que no produce conocimiento nuevo simplemente no merece ese calificativo. En el caso peruano, hay una necesidad perentoria que la universidad produzca conocimiento serio sobre nuestra propia condición y sobre nuestras posibilidades de acción colectiva”. (2)

(1) Juan Abugattas. Elementos sobre un debate para la universidad, p.24
(2) Ibid. p. 45.

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