FEBRERO EN AGOSTO

Jean Carlo Cuba Yaranga
Grupo de Estudio: Interculturalidad
Instituto Ética y Desarrollo - UARM
Diciembre del 2005

La relación Arequipa – Puno ha sido larga y divergente durante la historia peruana; así tenemos que en el pasado, cuando nuestra ciudad era simplemente un valle deshabitado y la idea de génesis era inexistente, en la meseta altiplanica se originaba la gran cultura andina.

Arequipa continuo en esa especie de soledad impuesta hasta el año de 1140, momento, según el Inca Gracilazo de la Vega, Mayta Cápac establece los primeros poblados, iniciándose así un inacabable intercambio comercial y traslado de habitantes entre los dos territorios antes descritos.

Con la llegada de los españoles se invierten los papeles. La otrora desplazada y de poca importancia Arequipa comienza a convertirse en una ciudad emergente. Testigos mudos de ese momento son algunas construcciones sobrevivientes alrededor de la plaza de Armas. La población de entonces fue predominantemente española y estos hicieron que el sur gravitase a nuestra ciudad. Mientras, el territorio del actual Puno, recién seria fundado un siglo después. Incluso de ese acontecimiento no existen documentos oficiales, tan solo historia de cronistas. Con lo anterior podríamos afirmar el mayor interés colonial en Arequipa y el porque de un desarrollo como ciudad planificada a diferencia de Puno.

Durante la colonia las relaciones entre las dos ciudades estarían limitadas a transacciones comerciales, pues Puno tenia una extensa riqueza minera que fue explotada en cantidades industriales y Arequipa era la vía necesaria para que dichos minerales llegasen a Lima.

En el siglo XVII Arequipa recibirá un impulso económico con el descubrimiento y posterior trabajo organizado en las minas de Caylloma, esto obviamente atrajo a nuevos pobladores tanto españoles, criollos e indígenas. Estos últimos realizarían su labor como peones de forma semi – gratuita y la ciudad de arequipa se consolidaría como “ciudad blanca” por la cantidad de personas de ese color de piel.

Pero es recién en la segunda mitad del siglo XX que se produce una mayor migración, debido principalmente a:

1) Los terremotos de 1951 y de 1960, permitieron la expansión urbana, poblando zonas periféricas a lo que se determinaba centro de la ciudad.
2) En la década de los 70’s es inaugurado el Parque industrial, que trajo como consecuencia el relego de las labores agrícolas, tanto de la ciudad como de la región sur, que atraídos por una rápida mejora económica abandonan los campos para instalarse en la ciudad.
3) El fortalecimiento de Arequipa como el principal centro comercial del sur, actuó como imán para los demás lugares aledaños.
4) Finalmente el prestigio en lo referente a lo educativo y académico, como por ejemplo la Universidad de San Agustín o el Colegio Independencia.

Así tenemos que en un primer momento, los emigrantes puneños en su mayoría llegarían a esta ciudad como empleados de servicio domestico, pequeños comerciantes que con el tiempo se les denominaría “ambulantes” u obreros informales de bajo salario, sin embargo con el transcurrir del tiempo concentrarían un alto porcentaje de la población estudiantil, formada por los hijos de emigrantes o nuevos emigrantes.

En este proceso ocurre un no planificado sincretismo de culturas. La ciudad de Arequipa incrementa en costumbres o amalgama las propias con las de Puno, como por ejemplo las reuniones los domingos alrededor de la Plaza de Armas u otros espacios amplios de esparcimiento. Esta es una obvia tendencia a la colectividad propia de los emigrantes distinto a la idiosincrasia arequipeña, típicamente contemplativa y aislada.

Este mestizaje cultural favorece no solo a dos ciudades, sino de entero a la nación porque reafirma cierto patrimonio cultural casi agónico. Es común observar el interés por el idioma quechua, lengua insignia del imperio, que en nuestra ciudad se intentó borrarla del habla por la superioridad demográfica española, y hoy incluso existen academias e institutos ante la demanda de aprendizaje o necesidad. No menos importante es la contribución de alimentos exclusivos del altiplano al consumo del habitante arequipeño como es el chuño, kiwicha, quinua, o la golosina andina por excelencia, como lo es la denominada chichasara. La influencia puneña se llega a fundir hasta en creencias paganas y curanderismo como también en lo referente a expresiones artísticas.

Puno es considerada la capital folklórica del Perú y de América por su amplio bagaje cultural que es apreciado en nuestra región, junto con la música que lo acompaña Esto se demuestra en los innumerables grupos de “sikuris” conformados y su actual participación de los emigrantes en las festividades que ha permitido una diversificación de expresiones, sonidos y colores. En si han aumentado sensaciones.

Para la producción de lo anteriormente descrito han pasado años, esa cosmovisión se ha aunado con la nuestra, mediante un proceso directo o indirecto. No esta demás considerar lo difícil que es abandonar un contexto en pos del crecimiento material y personal, intentar cubrir necesidades primarias y secundarias que su lugar de origen no le ofrece o sus probabilidades son escasas, esta búsqueda lleva al emigrante a trasladarse a lo que supone el desarrollo. En ese nuevo contexto, el tiempo y el espacio convergen, el emigrante en su nueva ciudad crea una familia, cuyos integrantes optaran por el gentilicio del lugar. El emigrante, a diferencia de la mayoría de lugareños, intentara explotar al máximo las oportunidades desapercibidas por otros y, muchas veces, su esfuerzo será redoblado. En el caso especifico del poblador puneño, es innegable las horas de trabajo que realizan en lugares como “La Feria del altiplano” o “Los Incas” y su crecimiento económico inadvertido a simple vista, que usualmente lo vemos plasmado en nuevos edificios o mayor cantidad de mercadería.

Este tipo de emigrante no se desarraiga de aquello que tiene inserto en lo mas profundo de su ser: sus costumbres, juicios de valor; en si es la conclusión de milenios de tradición y por otro lado el necesario, a veces urgente, proceso de adaptación a lugar donde llegan. La participación del emigrante puneño esta cobrando importancia, su opinión es valorada, las expresiones artísticas admitidas y apreciadas tanto en su difusión y fusión con las propias.

Las nuevas familias, consecuencia de la migración, ha hecho que este personaje que es el emigrante, no sea de ningún lado, se ha convertido en la división perfecta de lo que originalmente fue y lo que es actualmente. También él percibe los cambios como en su forma de hablar o reaccionar, sus descendientes se socializan en centros educativos con prevalencia de lugareños y estos crecen así inculcados en parámetros impuestas por la costumbre ciudadana, pero dentro del hogar se continua con las creencias, alimentación y otras características originales de la ciudad de Puno.

Negar la interculturalidad hoy es absurdo, suponer que es una virtud un casi insano chauvinismo, que desprecia sin conocer a un emigrante linda con lo retrograda y peor es el caso de tratar que nuestros niños se desarrollen en un ambiente hostil y de odio, programándolos con estereotipos y prejuicios, resaltando lo negativo (aun sabiendo que toda cultura lo tiene) y menospreciando los aportes que realizan los miles de emigrantes. Esta actitud de rechazo, que resulta contradictoria con la auto atribuida hospitalidad arequipeña, llega incluso a generar equivocados razonamientos en los que se culpa del estancamiento económico de la ciudad a los emigrantes puneños, igualmente se les atribuye el desorden y la suciedad de la ciudad, la pérdida de los valores y tradiciones de antaño. En una ciudad no preparada para fenómenos como la migración es causa de miedo el pensar en la desestabilización demográfica, crecimiento de los conos, aumento de desempleo, escasez de alimentos básicos y vivienda, entre otros, que genera el rechazo de aquel “no invitado”, reapareciendo pensamientos y actitudes primarias de defensa al sentirse invadido.

Se trata pues de una xenofobia, o más bien debiéramos decir una “endofobia”, que reacciona negando al emigrante, considerándolo un ciudadano de segunda clase, un advenedizo, a quien peyorativamente se le dice “puneño”. Algunos emigrantes muchas veces intentan esconder su identidad o sus orígenes, pasar desapercibidos en una sociedad que no los llega a aceptar, esto provoca una ruptura social irreconciliable que mella nuestro país. Es aquí donde radica la importancia de la interculturalidad, urgente para la convivencia y desarrollo, necesario para el dinamismo social que permite abrir nuevas puertas que conceden el intercambio.

En términos absolutos, Arequipa recepcionó hasta 1993 a 246.5 mil personas, 27% de la población departamental. Junto con Cusco y Tacna cubren el 75.7% (431 mil personas) de la migración regional del ultimo quinquenio, que mantiene algunos rasgos del periodo anterior. La migración que se conserva es la del conjunto de los departamentos del sur hacia Arequipa, del interior de cada departamento hacia sus núcleos o capitales mas importantes. Arequipa reafirma su papel receptor de las principales corrientes migratorias procedentes de los departamentos de la región sur.

Tal vez el momento mas claro de este proceso sucede el día 15 de agosto, fecha en que se conmemora la fundación española de Arequipa y en los últimos años los emigrantes puneños se vuelcan a las calles para celebrar con nosotros, desplegando alegremente variedad de danzas similares a las que ponen en escena el 2 de febrero, cuando ellos celebran la fiesta de la Virgen de la Candelaria
“Arequipa ya no es la misma y esperemos que siga cambiando”

1 comentario:

  1. Muy interesante su ensayo respecto a la migración Puneña y su influencia en el desarrollo de la economía y el cambio socio cultural de la ciudad de Arequipa. La discriminación del poblador de la ciudad hacia los migrantes de provincias, no es de ahora,siempre a existido y esta presente en todas partes del mundo. En el caso particular de Puno y Arequipa, la discriminación o esa manifestación de querer ser uno más que el otro también esta presente en nuestros días, tal es así que lo pobladores provenientes de Arequipa a Juliaca, no todos, se refieren de manera despectiva hacia el poblador de esta zona, empleando el vacabulo de "indios"; no se si es por ignorancia o por querer demostrar o indicar que es superior a uno cuando no lo es. Eso hace que los Arequipeños, particularmente a mi, no sean vistos con simpatía, sino como personas chauvinistas antipáticas.Mientras exista esa brecha socio cultural, nuestro país nunca será unido y seguiremos en el retraso y continuaran los conflictos sociales; es más fácil que el poblador puneño se amolde a la cultura arequipeña que el arequipeño a la idiosincrasia puneña. Lo cual debe ser superado para forgar un país más homogenio y tener los mismos ideales sin discriminación de ningún tipo. Gracias por aclara el origen de "ciudad blanca", tenía entendido que era por lo del sillar.

    EULOGIO TOLEDO CALLA
    desde Juliaca

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